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ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL SÍNTOMA: 1. Síntoma, signo y medicina, hacia el origen del psico

  • Eduardo Gomberoff
  • 17 mar 2019
  • 3 Min. de lectura

La clínica nace confrontada al síntoma. Tratándose de éste, queda por saber cómo llega a constituirse, cuales son las preguntas que lo asedian, que saber soporta habida cuenta que es el articulado de la palabra el que genera su régimen de producción. Si la experiencia del psicoanálisis apela al estatuto del inconsciente, lo hace en tanto persuadido por el síntoma. El síntoma evita la clausura del inconsciente sin llegar a suprimir su canon normativo, ni su prótesis de origen ni la peripecia del dolor, parece, más bien, incardinarse a la lógica del signo. Por otra parte, es bien sabido que el síntoma, toda vez que se parapeta tras el imperio de la mirada, sufre acoso a fin de integrar el cuadro clínico, se trata, en rigor, de un criterio funcional coherente con el paradigma descriptivo que inspira el ejercicio de la medicina. El ideal médico encarna un modelo que habrá de establecer una paridad identitaria entre síntoma y signo, todo lo cual, no deja de suscitar interés por cuanto el cuerpo aparece conjugado con un elemento central del lenguaje. Aquí signo es denotación, principio equivalente, simetría perceptiva, identidad con un objeto real o naturalizado. El saber médico supone la transparencia total del signo, el síntoma, por tanto, habrá de constituir la enfermedad. Cuanto mayor sea el grado de su conocimiento, cuanto más la cercanía con su emergencia, el médico podrá disponer del síntoma a discreción. A partir de este momento surgen las clasificaciones, los grupos, el cúmulo, las series… el médico ejerce soberanía sobre la enfermedad, quiéralo o no hipoteca allí su oficio, su saber, su con-ciencia.


Acosada por Charcot, la histeria se ofrece a la mirada, sus espectadores exigen de ésta rasgos claros, catalogables; el síntoma se deja ver, los futuros médicos demandan una y otra vez, perentoriamente, la enseñanza de lo visto. No obstante, la escena deviene obscena, la técnica verifica su fracaso, se opera un deslizamiento que habrá de incluir al propio Charcot: el síntoma histérico no se deja sorprender sino en el rango de lo audible; la histeria guarda para sí lo que habrá de reservarse para la oreja de Freud que funda una clínica de la escucha. Hecho significativo: habiendo transcurrido más de un siglo de por medio no parece haber cedido su sitio, todavía, el montaje del Ochociento, (tiempos de Charcot). En efecto, el síntoma habla, no se detiene, ensaya una expedición singular emparentada con la palabra y el inconsciente. De allí que el psicoanálisis invite al sujeto para que diga cuanto se presenta al entendimiento, para que asocie libremente sin reparar en lo que se supone importante, en las jerarquías, sólo de ésta manera el secreto que guarda la ligadura sintomática podrá descifrarse. Un “…inconsciente que está estructurado como un lenguaje” (Lacan. J 1964, p.28) hará posible que la práctica psicoanalítica devenga método de escucha, su transmisión, por ende, no responderá al criterio de la inmediatez. En psicoanálisis existe la imposibilidad sistemática de mostrar lo que se hace, no habrá forma de saberlo sino a través de una escucha que difiere, permanentemente, su imagen sensible. Freud avanza con cautela, se niega a volver sobre lo andado; “Una concepción hace mucho superada, y que se guía por una apariencia superficial, sostiene que el enfermo padece como resultado de algún tipo de ignorancia…” (Freud, S. 1910, p. 225). Esto quería decir que si se comunicaba, haciendo uso de un saber, dicha ignorancia, el padecimiento desaparecería. La idea, entonces, de transparencia del síntoma involucraba la maestría y el poder de la medicina, se trataba precisamente del ideal de identidad perceptiva. Freud ya comenzaba a restar validez, dentro de su campo, a este tipo de intelecciones. La experiencia le enseñaba que el síntoma no guardaba una referencia posible.



Referencias


Freud, S. (1910). Sobre el psicoanálisis “silvestre”. En Obras Completas, Vol. XI (pp.217-227). Buenos Aires, Argentina 1986: Amorrortu Editores.


Lacan, J (1964). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Seminario 11. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

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