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HITOS FREUDIANOS SOBRE SEXUALIDAD Y ORDEN SIMBÓLICO: 3. Falo, castración, falta y verdad

  • Eduardo Gomberoff
  • 17 mar 2019
  • 3 Min. de lectura

La angustia frente a la castración[1] glosa la fantasía infantil en un doble sentido: a) reactivamente, frente a la opinión que niega la diferencia sexual; b) activamente, en la concurrencia del falo, premisa universal del pene. En este contexto, es en atención al significante fálico que la castración ingresa en la estructura del Sujeto; confrontar esta premisa apoyándose en la diferencia de los sexos, constituye el núcleo del complejo de castración. En síntesis, la castración es la consecuencia inmediata del falo, por tanto, la hermenéutica freudiana referida al complejo cobra vigencia al momento de percibir el oficio del la falta en la constitución sexual del Sujeto humano. Para que algo falte, es menester partir de conjeturas, de datos (de derecho) de lo no cumplido. Si se parte de datos (de hecho), no adviene la falta. Freud (1923a), en este sentido dirá que: “…para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por lo tanto no hay un primado genital, sino un primado del falo.” (pp.146). Las cursivas son esclarecedoras, no se trata de lo anatómico, es más bien lo que hace falta de anatómico en el falo lo que lo hace primordial. En este sentido el falo es una referencia que “hace falta”, enarbola la diferencia y sólo de esta forma dilucida la significatividad que adquiere para Freud (1923b) el complejo de castración, “Me parece, eso sí, que sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo de castración si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase del primado del falo” (pp.147). Las cursivas siguen siendo esclarecedoras. El falo adquiere su valor de referencia para la castración, en cuanto es un significante que representa a la falta de referente anatómico, en este sentido su preponderancia actúa tanto para lo femenino como para lo masculino; nadie tiene un falo, es universal.


Lo relevante de la postura sustentada por Freud, no consiste sólo en el descubrimiento de un estadio temprano de la sexualidad, cuanto que esa sexualidad se estructura en obediencia a una falta: 1) por la vía del falo, donde ésta se evidencia más claramente; 2) por el expediente de la economía pulsional, donde su objeto no responde a una determinación unívoca. El significante hiende lo real, o más bien, determina lo real como hendidura, como referencia inasible aunque acotada por la palabra. Frente a tal vicisitud, la palabra se deja persuadir por la extrañeza, produce una verdad ineluctable que ya no reside en el lenguaje, intenta asir el discurso verdadero comprometiendo todos sus esfuerzos pero sin lograr sustituirlo por un saber ad- hoc. No existiendo metalenguaje, la verdad se torna huidiza y no concurre al intento de aprehensión que comanda el significante, sólo habrá de sobrevivir encabestrada a la ficción, en rigor, ligada a lo que a ésta le falta por dejar de ser lo que es. La verdad, por antonomasia, comparece a su propia falta. En Freud, la falta responde a un privilegio teórico, tanto es así que en el corpus lacaniano, deviene significante. A partir de este momento conjuga una serie de efectos colaterales: - toda vez que no representa un objeto, será signo de una ausencia actualizada en la medida que se resta a sí misma; - al inscribirse en el orden simbólico, la cosa desaparecerá tras la marca que deja el significante; - la existencia del mundo humano como mundo sometido al poder del significante, será correlativa a un espacio vacío que mantiene lo real en estado de falta.


Referencias


Freud, S (1923a) La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). En Obras Completas, Vol. XIX. (pp.141-149). Buenos Aires, Argentina, 1986: Amorrortu Editores.


Freud, S (1923b) La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). En Obras Completas, Vol. XIX. (pp.141-149). Buenos Aires, Argentina, 1986: Amorrortu Editores.




[1] La castración es el proceso o complejo por el cual el niño asume la diferencia sexual bajo la forma de una amenaza potencial a propósito de la pérdida del pene. No se refiere a la eliminación efectiva del órgano sexual, en este sentido comparece el Falo como concepto, representando a la ausencia de órgano real y situándolo a éste en el registro de lo imaginario. En este sentido la castración es vivida como una amenaza imaginaria, dado que el sujeto se enfrenta a la sexualidad por medio del significante o el fantasma, cuya función consiste en proveer una respuesta posible al enigma de la sexualidad, y al impasse del goce sexual concebido como inexistencia de la relación sexual (Lacan). Por medio de la castración el sujeto ingresa en el mundo simbólico gracias al cual opera la renuncia al objeto materno como objeto de deseo, sustituyéndolo en el acto de su propio Deseo.

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