Las neurociencias se acercan, sin saberlo, al psicoanálisis

Sin siquiera habérselo propuesto, las neurociencias muestran que “la palabra” tiene materialidad en su sonoridad. No sólo aquello, también muestran que el lenguaje puede hacer crecer y alimentar al sistema nervioso, específicamente a grupos neuronales, que sin el contacto y ejercicio de la palabra hablada y escuchada, revelan un “desgaste” que podría ser total. Si no se habla a un niño el desgaste neuronal es enorme.

Las neurociencias demostraron que las conexiones nerviosas se desarrollan proporcionalmente a su utilización. Es decir, hay una interacción entre el sistema nervioso y el medio exterior que muestra al organismo construyéndose conforme a la actividad que desarrolla. En este sentido, el cerebro en sus funciones no es el primero, es más bien tributario de la sensación y del modo de reaccionar a la misma sensación. Las neuronas presentes al nacer degeneran si no son utilizadas antes de una cierta fecha. Esto quiere decir, entre otras cosas, que desde que el hombre es hombre la información que genera al otro viene de lo exterior. Es decir, no basta en el hombre la pretendida internalidad innata del lenguaje. Solo antes del hombre es posible afirmar el innatismo del lenguaje. Desde el hombre ahora, es innato que el lenguaje no lo sea.

Desde las neurociencias nada puede ser más convincente que la materialidad de las palabras en el lenguaje. Aunque parecían pertenecer a un dominio genético o espiritual, son las palabras y su materia las que construyen conjuntos neuronales irremplazables para los desarrollos conductuales y del Sujeto. En este sentido hay una relación innegable pero no muy bien sabida, entre el psicoanálisis y las neurociencias, al menos ese psicoanálisis que reconoce en las palabras y el lenguaje la causa del Sujeto del Inconsciente.