SOBRE EL SER Y HACER DEL SUJETO, ATOLLADEROS DE LA IDENTIDAD EN PSICOANÁLISIS: 2. Propuesta ética y
- Eduardo Gomberoff
- 17 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Es posible aventurarnos a pensar que la investigación en psicoanálisis, entendida como la necesidad de dar cuenta de la experiencia del inconsciente se haya subestimado y rebajado por considerar como evidencias primarias la Identidad del analista (su ser) y la técnica del psicoanálisis (su que hacer), asociando la técnica con la ilusión de estandarizar un método de acción. Son precisamente estas categorizaciones imaginarias -y esta es una hipótesis- las que han actuado como campo de resistencia al interior del propio psicoanálisis, impidiendo un avance razonable que esté a la altura de los desafíos clínicos (teórico- prácticos) que se le presentan y que incluso, sin faltar a sus principios básicos, pueda renovar métodos, re-conceptualizar su terapéutica, intervenir en otros campos de acción, transitar otras disciplinas y expandir al máximo sus límites para estar a la altura de los cambios y retos de la subjetividad de la época.
La especularidad, o bien valdría decir la especulación imaginaria, definida en los polos del ser psicoanalista y hacer como psicoanalista, han dejado de lado la dimensión ética del asunto y se han convertido en verdaderos impedimentos para el avance de una clínica que no debe ser como las otras. Lacan (1953) nos señala confiado su posición: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” (p.309). La actualidad, innegablemente, incide en la clínica ofreciendo nuevas formas al síntoma y a sus particulares modalidades de goce[1]. Efectivamente, la época incide en el síntoma y transforma su envoltura formal a través de una nueva articulación significante. El síntoma, en lo que se actualiza como demanda o queja dirigida al Otro[2], se hace permeable a lo actual de la época. El síntoma, en lo actual, obedece a un nuevo tipo de goce que, en un mundo globalizado y en una lógica del para todo, arrastra al Sujeto, consecuentemente, a una mayor segregación y la ciencia, inserta en el mundo capitalista, sirve (en el sentido de la subjetividad psicoanalítica) nada más que para las propuestas universalizantes de los modos de goce. En este sentido, como plantea Flory Kruger (2001): “El psicoanálisis debe ser una salida, pero no en el sentido de la religión, y mucho menos, constituirse en un objeto de consumo” (p. 265). Por el contrario, el psicoanálisis debe ofrecerse como una salida del Sujeto para que éste no quede fijado a las nuevas formas del malestar. Entonces, se requiere repensar y recrear, al interior del psicoanálisis, esta posible salida que involucra una propuesta ética para el Deseo y el Goce.
La renuncia de los analistas no debiese hacerse esperar si no pudieran sostener los principios que rigen su clínica sin unir a su horizonte la subjetividad de la época. Y, lo cierto, es que los severos o rígidos intentos permanentes de definición del psicoanálisis respecto a la acción e Identidad del analista han terminado forzando y constriñendo al propio campo del psicoanálisis. Estos propósitos, además, han respondido sin detenimiento ni reflexión suficiente a las intensas y reiteradas demandas de “des- subjetivación” impuestas por los discursos de la ciencia y el mercado, convertidos ahora en nuevos amos epocales. Sencillamente, la clínica psicoanalítica se ha diluido, confundiéndose con terapéuticas cuyo objetivo es reforzar y reacomodar el fantasma[3] como respuesta adaptativa a las urgencias del sistema socio-económico que domina. Posiblemente, de manera muy apresurada, el psicoanálisis retrocedió frente a las nuevas formas sintomáticas que, necesariamente, hoy deben vestir los ropajes de moda, pero que no encajan explícitamente en la modalidad específica del que hacer regulado en el estándar de la técnica psicoanalítica.
Referencias
Kruger, F (2001). La época y la pulsión. En Blanco, L. Delgado, O. y otros. Lecturas de lo nuevo. Una investigación sobre la época y la pulsión. (pp. 264-265). Buenos Aires. Argentina: Editorial Tres Haches
Lacan, J (1953). Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1 (1988). Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Editores.
[1] Goce que freudianamente podríamos suponer como la verdadera satisfacción inconsciente del síntoma. También lo podríamos pensar como su objetivo o finalidad inconsciente.
[2] Efectivamente el síntoma toma una dirección particular en la medida en que se dirige, por ejemplo, al psicoanalista que hace de Otro del síntoma. El síntoma entonces se representa frente al Otro como una queja o una demanda.
[3] El fantasma en este caso corresponde a un modo de relación con los objetos que se supone debiese ser el “normal” o el más cercano a su propia “realidad”
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